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Un nuevo estudio demuestra que los primeros estadounidenses eran inteligentes, pero incomprendidos

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La narrativa de la migración humana temprana da un giro inesperado con revelaciones sobre una posible «autopista de hielo marino» hacia América del Norte. Como se presentó en AGU23, esta teoría innovadora arroja luz sobre el ingenio de los antiguos exploradores que navegaban por aguas costeras desafiantes.

Nuevos desafíos de investigación establecieron teorías sobre la llegada de los primeros habitantes a América del Norte.

Los hallazgos presentados en AGU23 sugieren que algunos de los primeros estadounidenses pueden haberse aventurado a lo largo de una «autopista de hielo marino» sobre aguas peligrosas, remodelando nuestra comprensión de las antiguas rutas migratorias y destacando la resiliencia de los primeros exploradores humanos frente a condiciones desafiantes.

El método y el momento de la llegada humana a América del Norte han sido objeto de debate durante mucho tiempo en la arqueología. Las teorías tradicionales proponen una ruta terrestre a través de un corredor libre de hielo que se abrió temporalmente entre capas de hielo hace unos 13.000 años. Sin embargo, la creciente evidencia arqueológica y genética, como huellas humanas de 23.000 años de antigüedad en Nuevo México, apunta a una migración anterior.

Estos primeros americanos probablemente viajaron por la costa del Pacífico desde Beringia, el puente terrestre entre Asia y América del Norte que surgió durante el último máximo glacial, bajando el nivel del mar.

Una nueva investigación, presentada en la Reunión Anual de la Unión Geofísica Estadounidense, explora reconstrucciones paleoclimáticas en el noroeste del Pacífico, lo que sugiere que el hielo marino podría haber sido una ruta viable para la migración hacia el sur.

La idea de que los primeros estadounidenses viajaron a lo largo de la costa del Pacífico no es del todo nueva, y hay evidencia que sugiere la presencia humana al sur de enormes capas de hielo hace al menos 16.000 años.

Dado que el corredor libre de hielo no se abriría hasta varios miles de años después de su llegada, surgió el concepto de una “autopista de algas marinas”, que propone que los primeros estadounidenses migraron lentamente a América del Norte en barco, siguiendo los recursos costeros.

Los arqueólogos han descubierto asentamientos costeros en el oeste de Canadá que datan de hace unos 14.000 años. Sin embargo, en 2020 surgieron preocupaciones sobre la dificultad de los viajes costeros debido a las fuertes corrientes resultantes del derretimiento de los glaciares en ese momento.

Para comprender las condiciones del océano durante los períodos cruciales de migración, los investigadores examinaron los indicadores climáticos en los sedimentos costeros, principalmente plancton fosilizado, utilizando modelos climáticos.

Sus hallazgos indican que las corrientes oceánicas eran más del doble de fuertes durante el último máximo glacial hace unos 20.000 años, lo que dificultaba los viajes en barco.

Sin embargo, la región tuvo hielo marino invernal hasta hace aproximadamente 15.000 años, lo que sugiere la posibilidad de utilizarlo como plataforma para viajar.

Como individuos adaptados al frío, los primeros estadounidenses podrían haber navegado por la «autopista del hielo marino», de manera similar a las comunidades árticas contemporáneas que usaban trineos tirados por perros y motos de nieve. Los datos climáticos proponen condiciones favorables para la migración hace entre 24.500 y 22.000 años y hace 16.400-14.800 años, potencialmente con la ayuda del hielo marino invernal.

Si bien confirmar el uso del hielo marino es un desafío debido a los sitios arqueológicos submarinos, este concepto ofrece una nueva perspectiva sobre cómo los humanos podrían haber llegado a América del Norte sin un puente terrestre ni un viaje fácil por el océano.

Además, la carretera del hielo marino no excluye otras rutas migratorias, ya que las condiciones para los viajes en barco por la costa mejoraron hace unos 14.000 años.

En palabras de Summer Praetorius, investigadora principal, “No hay nada descartado. Siempre nos sorprenderá el antiguo ingenio humano”.

Crédito de la imagen: iStock

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