Necesito más que una relación a través de mensajes de texto. Necesito viajes nocturnos y masajes a primera hora de la mañana. Necesito besos suaves en la frente y sexo duro en la ducha. Al principio, enviarme mensajes de texto está bien, pero después de cierto punto, ya no será suficiente.
1. Quiero conocer tu verdadero yo.
No quiero la versión perfecta de ti que siempre responde con un mensaje ingenioso y un emoji tierno. Quiero la versión real de ti, de pie frente a mí, con las palmas sudorosas y las palabras entrecortadas. No me importa la versión de ti que tarda veinte minutos en responder y dice exactamente lo correcto. Quiero la versión imperfecta y sin filtros de ti.
2. Los silencios incómodos son importantes.
Quiero disfrutar de los momentos en los que estamos sentados frente a frente en una mesa y no se nos ocurre nada más que decir. Esos son los momentos en los que surge algún tema ridículo, porque es lo primero que se nos viene a la cabeza. Entonces podemos hablar de invasiones de zombis y de música polka en lugar de quejarnos de las elecciones por centésima vez.
3. No es serio si nunca nos vemos.
Enviarme mensajes de texto día y noche sin hacer planes concretos es solo una forma de hacerme esperar, para que no tengas que comprometerte de verdad. De esa manera, me tendrás cerca para que te sientas mejor contigo mismo en las noches solitarias, pero no estarás atrapado conmigo durante los momentos inconvenientes en los que quieras follar con otras personas.
4. Quiero ser lo único que tengas en mente.
Puede que me estés enviando mensajes de texto al mismo tiempo que les escribes mensajes a otras diez chicas. ¿Cómo se supone que lo sepa? Quiero estar cara a cara contigo para que no puedas copiar y pegar tus conversaciones. Para que puedas demostrarme que estás dispuesto a escuchar lo que tengo que decir y que no te limitas a asentir.
5. El sexting no es tan bueno como el sexo real.
Es agradable leer un mensaje sobre lo mucho que quieres pasar la lengua por mi cuerpo, pero no reemplaza la intimidad real. No quiero tener un vibrador en la mano mientras miro fotos de tu pene. Quiero que seas tú quien se frote contra mi clítoris. Eso es intimidad real.
6. El teléfono provoca demasiados malentendidos.
No puedo entender tu tono cuando nos enviamos mensajes de texto. No puedo decidir si estás bromeando de manera coqueta o si simplemente estás siendo un idiota. Y cuando dices algo de manera confusa, ni siquiera puedo continuar la conversación, porque no tengo idea de lo que estás tratando de decir. Hablar en persona haría que todos esos problemas desaparecieran.
7. No tomo medidas a medias.
Si apenas nos conocemos, la tecnología no nos une, sino que nos separa. Nos impide salir en citas, porque sabemos que podemos hablar por Skype hasta quedarnos dormidos, para no tener que vestirnos y salir de casa. Nos vuelve perezosos, aunque las relaciones reales exigen un esfuerzo real.
8. En aquel entonces no necesitaban teléfonos.
Las parejas felices que llevan casadas más de cincuenta años no usaban el teléfono para comunicarse. Mantenían su relación fuerte saliendo de picnic, contemplando las estrellas y mirándose a los ojos.
9. Los mensajes de texto nos están frenando.
Soy una persona real con sentimientos reales. Es fácil olvidarlo cuando nunca ves mi sonrisa burlona después de enviarme un mensaje sexual o me escuchas reír después de hacer un juego de palabras ridículo. Pero, ¿cómo se supone que vamos a dar el siguiente paso en nuestra historia de amor si ni siquiera me sientes real para ti? Necesitamos ser valientes y salir a una cita a la antigua usanza si queremos algo serio.
10. No puedo enamorarme por teléfono.
Eso no va a pasar. Necesito mirarte a los ojos color avellana y sentir tus labios carnosos. Necesito oler tu loción para después del afeitado y oírte decir mi nombre. Enviar mensajes de texto fue una excelente manera de conocerte, pero no me permitirá enamorarme de ti. Para que eso suceda, tendríamos que dejar los teléfonos y tomar las llaves de nuestro auto.