En una ocasión, el filósofo francés Denis Diderot fue objeto de un comentario desagradable durante una cena de gala, un comentario tan incisivo que el erudito se quedó sin palabras y no pudo responder. Herido en su orgullo, Diderot abandonó la velada y, mientras descendía por la escalera, se le ocurrió una réplica ingeniosa, pero ya era demasiado tarde. A partir de entonces, el filósofo acuñó el término «espíritu de la escalera» para describir la situación en la que se te ocurre la respuesta perfecta solo después de que ha pasado el momento oportuno. Sin embargo, los protagonistas de nuestro artículo tienen la capacidad de idear respuestas rápidas e ingeniosas al instante. Admiremos a estos colosos del intelecto.