Lorena miraba a Daniel como a un niño pequeño.— ¿Qué te pasa? ¿Te asustaste? ¡Ay, pobrecito! ¿Te asustaste de la hipoteca? ¿La que tomaré yo, verdad?El hombre miró a la mujer sin entender:— ¿Qué dices, Lore? ¿Para ti es normal un crédito de esa cantidad y con esos intereses?— ¡Claro que sí! Ya te expliqué: vendo mi departamento y cubro casi la mitad de la deuda. Y eso en máximo seis meses. Y todo será mucho más fácil.— Pues vende primero tu apartamento y luego compra, — señaló Daniel.— Dani, ya te expliqué. El apartamento que quiero comprar puede venderse en cualquier momento. ¡A ese precio! No podemos perder ni un día. Vender el mío tomaría meses.— Pero quieres que yo también tome un crédito.— ¿Y qué otra opción hay si no tengo suficiente para el precio del apartamento? Sí, estamos juntos y quiero que me ayudes. Además, tu crédito es insignificante comparado con el mío.— No es para nada insignificante, — intervino Daniel. — Quinientos mil es una suma seria. Además, tú compras el apartamento con dinero del crédito. ¿Y qué compro yo?— Simplemente me ayudas a comprar el apartamento. Dani, cerraremos tu crédito en seis meses. Ni te darás cuenta.— ¿Y si no lo cerramos?— Oh, — Lorena puso los ojos en blanco. — Si eres tan cobarde, entonces vive así. Andarás de alquiler en alquiler. Pensé que realmente me amabas. ¡Pero te acobardaste ante la primera dificultad seria!