Connect with us

Coffee

Temporada alta de turismo: ahí viene la plaga

Published

on

¿H?¿Ay o no hay turistas? La polémica de la temporada ignora aquello que la época siempre nos demuestra, sea en la plaza San Marco de Venecia o en la Rambla de Mar del Plata: siempre hay. Puede que el carperio de la Bristol o, cien kilómetros más al norte, el chiringuito de Bunge y el mar no estén repletos como otros años pero esta subespecie humana se identifica allí donde vaya: bermudas o jogging, camisas floreadas, ojotas o zapatillas, bolsas y cámaras de fotos. Así lucen los arquetipos de los veraneantes en la tapa de Filosofía del Turistael libro del crítico cultural japonés Hiroki Azuma que analiza la figura del turista en oposición a la del viajero: para aquel, más importante que ir es haber ido.

 

Un libro analiza los arquetipos de los veraneantes que viajan solo para pasear o se desplazan sin propósito: turistas vs.

 

“El turismo nació en el siglo XIX, floreció en el siglo XX y el siglo XXI será su era”, escribe Azuma, que identifica tres tipologías contemporáneas en torno a las ideas de sedentarismo y movimiento: el aldeano, que es alguien vinculado con una única comunidad; el nómade, que no pertenece a ninguna comunidad; y el turista, que aunque pertenece a una comunidad a veces visita otras. Parece algo de toda la vida, pero es relativamente nuevo: viajar sólo para pasear. La modernidad impulsó el desplazamiento sin propósito ni objetivo, algo que en la Argentina se agudizó a partir de la década de los 90, en sintonía con el auge de la globalización. “Vivimos en una época en la que vemos las mismas publicidades, escuchamos la misma música, compramos la misma ropa en centros comerciales que tienen las mismas marcas sin importar el país al que vayas, sean los Estados Unidos, Europa, Asia o lo que antes era la Unión Soviética”, escribe Azuma y delata la paradoja de que este sea el tiempo en que más se viaje… para ver lo mismo: “La mirada del turista no es otra más que la mirada que observa el mundo entero como una galería o compras”.

 

No hay anhelo, hallazgo ni sorpresa: el turista típico viaja hasta París para confirmar que es igualita a la avenida Alvear de Buenos Aires y si tiene que elegir entre el color local de un cafetín típico y el blanco plano de una cadena estadounidense, elige tomar eso mismo: la certeza lo tranquiliza. Es Filosofía del Turista, Azuma se vale del pensamiento de grandes filósofos (Rousseau y Voltaire, pero también Kant y Negri) para razonar más allá del cliché del turista irritante y presentar una alternativa al dilema que oscila entre aumentar la identidad y fortalecer las raíces locales o rendirse ante el alzamiento de mayores multitudes que circulan por los destinos clásicos del gran imperio globalizado. A favor del viajero, “es el sujeto capaz de moverse más libremente entre los estratos de lo local y lo global”.

 

“¡Turista, vete a casa!”, se lee en las paredes del centro de Barcelona y el vecino invadido abandona la porfía en el uso del catalán para grafitear en el idioma globalizado. “La amistad entre ciudadanos de distintos países no existiría sin visitas, o turismo, pero esto no necesariamente significa que el turismo conduzca a la amistad”, concluye Azuma. Cada temporada se lo espera con ansiedad y se lo desprecia con intensidad en una relación patológica de amor-odio. Nunca de Primera, el visitante tiene la durabilidad de lo descartable y el valor de lo más barato: es clase turista.

 

Publicado en La Nación

Foto Getty Images

CategoríasIdeas
Etiquetas

DestacadasLibros

La entrada Temporada alta de turismo: ahí viene la plaga se publicó primero en Sommelier de Café.

Comentarios

0 Comentarios

Continue Reading
Advertisement
Click to comment

Comentanos