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En los días en que sientas que nunca avanzarás, solo recuerda lo lejos que has llegado

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En los días en los que sientas que nunca superarás esta temporada, este período, esta transición, recuerda todas las montañas que has escalado antes. Por favor recuerda todas las noches que pasaste convencida de que la ansiedad no te dejaría, que nunca irías más allá de donde estabas en ese mismo momento.

Te hayas dado cuenta o no, el tiempo pasó. Sin que tuvieras siquiera que intentarlo, la alegría surgió de tus días. Un día, algo pequeño te trajo un poco de tranquilidad y luego un poco más. Tu esperaste. Te diste cuenta de que todo iba a estar bien, incluso si no siempre te sientes bien. Dejas que las olas rompan y luego las dejas retroceder.

Te hayas dado cuenta o no, encontraste coraje. Hiciste cosas que alguna vez no creías que pudieras hacer, incluso si esas cosas fueran solo encontrar la voluntad para despertarte y enfrentar cada día. Te sentiste peor de lo que eras capaz de sentir, sufriste una pérdida que antes no podrías haber concebido. Fuiste despertado a la realidad, que a veces es fría, a veces dura y a veces brutalmente injusta.

Pero también inimaginablemente dulce. Porque mientras llorabas lo que creías que sería, también encontraste suavidad. Descubriste lo importante que es amar a las personas más cercanas a ti y lo invaluables que son. Empezaste a apreciar lo que no veías antes. Empezaste a saber que eras suficiente, porque decidiste lo que era suficiente.

Te hayas dado cuenta o no, te volviste resiliente. Exploraste los perímetros de lo que tu corazón podría contener y cuánto podría procesar. Descubriste que tu fuerza es ilimitada, pero no sabes qué pasa si nunca antes la has probado.

Y con el tiempo, lo que antes era imposible se volvió fácil.

La vida que tienes hoy es un mero sueño del pasado. Las cosas que haces ahora fueron alguna vez las cosas que sólo podrías haber rezado por tener. Las personas en tu vida son aquellas a las que miraste por la ventana durante años y te preguntaste si alguna vez llegarían, si alguna vez aparecería alguien que te hiciera sentir tan profundamente comprendido.

No es necesario tenerlo todo para sacar lo mejor de nada, porque la verdad es que la bondad es algo que extraemos de la vida, algo que saboreamos, algo que elegimos ver. No siempre es algo que podamos lograr o encontrar.

Entonces, cuando llegue el día en que sientas que nunca irás más allá de donde estás ahora, recuerda hasta dónde has caminado y a través de qué. Recuerde todas las veces que estuvo estancado y estuvo seguro de que nunca saldría del peso aplastante de su propia decepción y derrota. Recuerde todas las veces que estuvo realmente desconsolado y realmente decepcionado.

Luego recuerda todas las noches en las que soñaste con estar donde estás ahora. Los días que pasaste trabajando, planificando y esperando que todo saliera bien. De una forma u otra se abrió un camino donde antes no existía. Las oportunidades aparecieron. Las puertas se abrieron con un chirrido. Conociste a las personas con las que pasarías años de tu vida, personas que alguna vez fueron extraños.

Descubriste cosas sobre ti que aún no sabías. Aprendiste lo que se necesita para sentirte seguro y no. Aprendiste lo que disfrutas y lo que no. Aprendiste lo que valoras y lo que no. Aprendiste, porque descubriste, la verdad honesta de quién eres y quién vas a ser.

Te encontraste a ti mismo, no porque estuvieras buscando, sino porque estabas acorralado. Cuando el malestar en la vida alcanza su punto máximo, nos quedamos mirando a nuestro alrededor y preguntándonos por qué. A través de esa reflexión descubrimos todas las piezas que están fuera de lugar y luego encontramos el coraje para volver a armarlas.

Moverás las piezas que tienes delante hoy.

Llegarás al horizonte que estás mirando a su debido tiempo.

En lugar de temer que el camino se te caiga, regresa a lo que la vida te ha mostrado: que las cosas pueden dar miedo, pero que siempre se abre un camino. Que aunque no creas que eres digno, siempre te dan lo suficiente. Que incluso si no crees que eres adorable, siempre serás amado. Que aunque no creas que hay un camino a seguir, siempre lo hay.

Cuando sientas que nada cederá y que la montaña que tienes delante nunca será escalada, recuerda cómo cruzaste cada una de las que están detrás de ti: un paso, una hora, un momento, un rayo de esperanza a la vez.

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