Ser madrastra puede resultar complicado por diversas razones. Está el desafío de conocer y, con suerte, llegar a amar al hijo de otra persona y también está la tarea de establecer una buena relación con la madre del niño. Todo esto puede requerir un manejo emocional delicado y la capacidad de discernir cuándo asumir un rol más maternal y cuándo retroceder para no interferir con la madre. Bueno, parece que este manejo emocional no está en los planes de la protagonista de esta historia, a quien las más malvadas madrastras de Disney mirarían con envidia y admiración.