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PISA y el precipicio educativo de México

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PISA y el precipicio educativo de México

El reporte PISA es “el Coco” de nuestros gobiernos. Resulta que en los resultados del 2022 (que son presentados en el 2023) nos dieron un panorama dramáticamente triste para México, resaltando profundas deficiencias en el sistema educativo que afectan directamente el futuro de nuestros niños y jóvenes.

Uno de los numeritos más alarmantes es que sólo el 34% de los estudiantes mexicanos lograron alcanzar el nivel básico de competencia en matemáticas, muy por debajo del promedio de la OCDE del 69%. Esta brecha indica una crisis profunda en la educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) que compromete la capacidad de México para competir en una economía globalizada y tecnológicamente avanzada.

El panorama se pone peor: con solo el 53% de los estudiantes alcanzando el nivel 2 de lectura en contraste con el 74% del promedio de la OCDE. Esta deficiencia en comprensión lectora limita severamente el aprendizaje autónomo y el acceso a conocimientos más amplios, esenciales para el éxito personal y profesional en el siglo XXI. ¡El mexicano no lee! Y del inglés, mejor ni hablamos…

Además, el informe destaca un deterioro en el bienestar emocional de los estudiantes, con un notable 22% informando que no se sienten seguros en su camino a la escuela. Este ambiente de inseguridad es devastador para el proceso de aprendizaje y requiere una atención urgente para garantizar que las escuelas sean espacios seguros y agradables para todos los niños.

Frente a estos retos, es urgente que la sociedad, y en particular el sector empresarial organizado, tome medidas concretas para revertir esta situación. Propongo cuatro acciones clave:

1. Invertir en la formación de docentes: Es crucial mejorar la calidad de la educación a través de programas de formación continua que doten a los maestros de las habilidades pedagógicas y técnicas más actuales. El maestro es el punto de inicio del proceso educativo. Instituciones como Cetys Universidad o la Universidad Autónoma de Guadalajara están haciendo cosas muy interesantes al respecto.

2. Promover la Educación STEM: Iniciar y apoyar con recursos los programas que fomenten el interés y las habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas desde una edad temprana. Promover competencias, premios e inventivos a la innovación. El ITESM (Tec de Monterrey) es ejemplo de esto que comento.

3. Ampliar el acceso a la tecnología: Garantizar que todos los estudiantes, especialmente aquellos de entornos desfavorecidos, tengan acceso a las herramientas tecnológicas necesarias para su educación y al buen uso de ellas. No basta con inundiar de tabletas o aplicaciones los dispositivos, hay que aprender a usarlos y que funcionen a la estrategia educativa del país.

4. Fomentar la Participación de los Padres: Desarrollar programas que involucren más a los padres en el proceso educativo de sus hijos, promoviendo un entorno de apoyo en el hogar. El COPASE es el mejor ejemplo en Baja California, ellos tienen la ruta clara, falta voluntad política de las autoridades y talento para sortear los retos electorales que implica el Sindicato de Maestros.

Estos datos nos obligan a ver más allá del horizonte inmediato y a comprometernos con acciones concreteas. La educación de calidad es un derecho fundamental y el pilar sobre el que se construye una sociedad justa, equitativa y próspera.

Estamos como estamos porque somos como somos.

*El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados

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